El Papa respondió a estos acontecimientos excomulgando a Enrique VIII en julio de 1533. Siguió una considerable agitación religiosa. Urgido por Thomas Cromwell, el parlamento aprobó varias leyes que sellaron la brecha con Roma en la primavera de 1534. La Ley de restricción de apelaciones prohibió las apelaciones de las cortes eclesiásticas al Papa. También previno que la Iglesia decretara cualquier tipo de regulación sin previo consentimiento del Rey. La Ley de designaciones eclesiásticas de 1534, decretó que los clérigos elegidos para obispos debían ser nominados por el soberano. La Ley de Supremacía del mismo año, declaró que "el Rey es la única cabeza suprema en la tierra de la Iglesia de Inglaterra". La Ley de traiciones, también de 1534, convirtió en alta traición, castigada con la muerte, desconocer la autoridad del Rey, entre otros casos. Al Papa se le negaron todas las fuentes de ingresos monetarios como el Denario de San Pedro.
Rechazando las decisiones del Papa, el parlamento validó el matrimonio entre Enrique y Ana Bolena con la Ley de Sucesión de 1534. La hija de Catalina, lady María, fue declarada ilegítima, y los descendientes de Ana pasaron a estar en la línea de sucesión real. Todos los adultos fueron obligados a reconocer las previsiones de esta Acta; quienes la rechazaban eran condenados a prisión de por vida. La publicación de cualquier escrito alegando que el matrimonio de Enrique con Ana era inválido, resultaba en un cargo de alta traición, que podía ser castigado con pena de muerte.
La oposición a las políticas religiosas de Enrique fue rápidamente suprimida. Varios monjes disidentes fueron torturados y ejecutados. Cromwell, por quien fue creado el puesto de vicegerente espiritual fue autorizado a visitar monasterios, supuestamente para asegurarse que seguían las instrucciones reales, pero en la práctica para hacerse de sus riquezas. En 1536, una ley del Parlamento permitió a Enrique confiscar las posesiones de los monasterios deficitarios (aquellos con ingresos anuales de 200 libras o menos).
En 1536, la reina Ana comenzó a perder el favor de Enrique. Después del nacimiento de la princesa Isabel, Ana tuvo dos embarazos que terminaron en aborto o muerte del niño. Mientras tanto, Enrique empezaba a prestar atención a otra doncella de su corte, Jane Seymour. Quizá animado por Thomas Cromwell, Enrique hizo arrestar a Ana, bajo cargos de usar brujería para convertirlo en su esposo, de tener relaciones adúlteras con cinco hombres, de incesto con su hermano Jorge Bolena, vizconde de Rochford, de injuriar al Rey y conspirar para asesinarlo, con el agravante de traición. Los cargos eran enteramente fabricados. La Corte que trató el caso fue presidida por el propio tío de Ana, Thomas Howard, III duque de Norfolk. En mayo de 1536, se condenó a Ana y a su hermano a muerte por la hoguera o por decapitación, lo que el rey eligiera. Los otros cuatro hombres sobre los que se alegó tener relaciones con Ana, fueron condenados a ser colgados, ahogados y descuartizados.
Lord Rochford fue decapitado al término del juicio de forma inmediata; a los otros cuatro implicados les fueron conmutadas sus diversas sentencias de muerte por la de decapitación. Ana también fue decapitada al poco tiempo.
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